En la vida uno toma muchas decisiones. Una de ellas es qué libro elegir para leer. Puedes escuchar recomendaciones o seguir planes lectores. Incluso si eliges un libro, estos, a su vez, a veces obligan a tomar decisiones, como en Rayuela, Cien mil millones de poemas o incluso con los MultiAventura que me encantaban de niño (y que no están en goodreads!)
He leído 7 libros de Auster y todos me han gustado. A pesar de eso, nunca me "envicié" con él. Hay autores que, por alguna razón inexplicable, uno no sigue, aunque le hayan gustado sus obras. A veces, el impacto es muy fuerte y nos deja sin reacción: me pasó con El nombre de la rosa o Crimen y Castigo que me cayó como un rayo y, a pesar de eso, no volví a leer nada de Umberto Eco o de Dostoyevski. Esto también debe ser una decisión. Como decidí arriesgarme al tremendo ladrillo de título poco llamativo que es 4,3,2,1. Y fue una buena decisión.
Lo que empieza con la historia de una familia deriva en la vida de Archibald Isaac Ferguson, primogénito/protagonista de la novela y como la situación del negocio de su padre influye en su destino y, a partir de ahí, surgen posibles futuros, vidas "que hubieran podido pasar". Nuevamente, como en La invención de la soledad, El Palacio de la Luna y, supongo, Creí que mi padre era Dios, la presencia paterna es fuerte. Sin daddy somos nobody en el mundo de Nobodaddy.
Hay en cada capítulo el desarrollo en paralelo de cada uno de los eventuales Ferguson, durante su infancia, adolescencia y juventud, más o menos con una estructura temporal que ocupa siete etapas: inicio de los años 50, finales de los años 50, 1960-62, 1963-65, 1965-66, 1966-1968 y 1969 en adelante. De hecho, hice mi cuadrito de doble entrada, pero me da flojera postearlo. PD: No está de más usar post its en cada sección cuando lean la obra.
Estos mundos alternativos se originan por las decisiones de los personajes. Decisiones como dedicarse más al béisbol, al básquet o a ningún deporte. Viajar a París durante la universidad, después de la universidad, sin ser universitario o no viajar. Escoger entre escribir cuentos, artículos periodísticos o críticas de cine. Optar por Princeton, Columbia o no ser universitario. Hacer una lista de cien libros o leer desordenadamente. Elegir entre entrar al depa del abuelo sin avisar o no. Todo es parte de la educación sentimental y artística del protagonista.
Sí, ya sé que también hay bastante azar (si no colocas esta palabra en una reseña de Auster te borran el artículo); el azar es conocer a Howard Small de niño, de joven o nunca conocerlo. O, por ejemplo, que te caiga literalmente un rayo o que:
"Crimen y Castigo fue el rayo que cayó de los cielos y lo partió en mil pedazos (...)" (p. 392)
Sin embargo, hay cosas que se mantienen en todas las situaciones como que te guste un verso como Un polvo habitual nunca viene mal. Aunque no es lo mismo que te robes un libro de Dickens (pág. 500) y te atrapen, a que te robes un libro de astronomía (pág. 814) y no te atrapen. O que te hagan juicio por romperle la nariz a alguien (pág. 839) a comparación de que sea solo por hurto (p. 503).
Personajes entrañables como Amy Schneiderman o Noah Marx, los diálogos sin guiones como intentos de poemas, las páginas en blanco, los juegos de palabras (Jack Lemmon vs. Harry Lime y varias parejas más), sus historias dentro de historias como "Compañeros de suelo y suela" (capítulo 2.4), Cómo Laurel y Hardy me salvaron la vida (que es básicamente el capítulo 2.3) o El cuaderno escarlata (capítulo 6.4).
Aunque lo mejor es las variaciones en las formas de narrar, cambiando de "estilo": 1) por meses y estaciones (capítulo 6.1), 2) encabezando con participios (págs. 482-486), 3) retroceder en la historia para explicar una lista de hechos desconocidos por el niño Ferguson (capítulo 1.3), 4) argumentar "por causas", con su respectivas refutaciones la conclusión de una relación amorosa (capítulo 7.4) o 5) desarrollar ampliamente la acción "por números" que previamente ha sido comprimida de esta forma:
"1969 fue el año de los siete enigmas, las ocho bombas, los catorce rechazos, los dos huesos rotos, el número doscientos sesenta y tres y la historia que cambia la vida". (capítulo 7.4)
Todas estas ramificaciones confirman que este libro no es común al tratar de englobar toda una vida (s). Hemos escuchado que:
"(...) la vida era como un libro, una historia que empezaba en la primera página y seguí adelante hasta que el protagonista moría en la página 204 o 926, pero ahora que el futuro que imaginaba para sí había cambiado, su concepción del tiempo también se estaba modificando. El tiempo se movía tanto hacia delante como hacia atrás, según descubrió, y como las historias de los libros solo podían moverse hacia delante, la metáfora del libro no tenía sentido" (pág. 389).
El resultado es una historia cotidiana pero no un libro común, de innumerables situaciones pero también ideas y ese optimismo y rebeldía que dicen que había en los años 60. Luego de tantas cosas, muchas de ellas tristes, en una de los universos paralelos celebran en 1969 en el Moon Palace (p. 947), como un guiño a que una de las más conocidas novelas de Auster fuera un bonus track, una continuación o una quinta historia tal vez.
Y si después de 900 páginas no te queda claro el título del libro, te lo explican textualmente (pág. 954). Hablando de textual, el juego metatextual del final, aunque predecible, se le perdona.
Quizás me equivoqué de decisión y debí leerlo "en desorden" (es decir primero los capítulos 1.1, 2.1, 3.1, 4.1 etc. y luego 1.2, 2.2, 3.2, 4.2 etc.) Tantas opciones. En una vida pienso que esta es la mejor novela de Auster, en otra que además estará entre las mejores novelas de la década, en otra que es el mejor Bildungsroman que he leído. Y en otra escribo esta crítica/comentario y tú lo lees.
He leído 7 libros de Auster y todos me han gustado. A pesar de eso, nunca me "envicié" con él. Hay autores que, por alguna razón inexplicable, uno no sigue, aunque le hayan gustado sus obras. A veces, el impacto es muy fuerte y nos deja sin reacción: me pasó con El nombre de la rosa o Crimen y Castigo que me cayó como un rayo y, a pesar de eso, no volví a leer nada de Umberto Eco o de Dostoyevski. Esto también debe ser una decisión. Como decidí arriesgarme al tremendo ladrillo de título poco llamativo que es 4,3,2,1. Y fue una buena decisión.
Lo que empieza con la historia de una familia deriva en la vida de Archibald Isaac Ferguson, primogénito/protagonista de la novela y como la situación del negocio de su padre influye en su destino y, a partir de ahí, surgen posibles futuros, vidas "que hubieran podido pasar". Nuevamente, como en La invención de la soledad, El Palacio de la Luna y, supongo, Creí que mi padre era Dios, la presencia paterna es fuerte. Sin daddy somos nobody en el mundo de Nobodaddy.
Hay en cada capítulo el desarrollo en paralelo de cada uno de los eventuales Ferguson, durante su infancia, adolescencia y juventud, más o menos con una estructura temporal que ocupa siete etapas: inicio de los años 50, finales de los años 50, 1960-62, 1963-65, 1965-66, 1966-1968 y 1969 en adelante. De hecho, hice mi cuadrito de doble entrada, pero me da flojera postearlo. PD: No está de más usar post its en cada sección cuando lean la obra.
Estos mundos alternativos se originan por las decisiones de los personajes. Decisiones como dedicarse más al béisbol, al básquet o a ningún deporte. Viajar a París durante la universidad, después de la universidad, sin ser universitario o no viajar. Escoger entre escribir cuentos, artículos periodísticos o críticas de cine. Optar por Princeton, Columbia o no ser universitario. Hacer una lista de cien libros o leer desordenadamente. Elegir entre entrar al depa del abuelo sin avisar o no. Todo es parte de la educación sentimental y artística del protagonista.
Sí, ya sé que también hay bastante azar (si no colocas esta palabra en una reseña de Auster te borran el artículo); el azar es conocer a Howard Small de niño, de joven o nunca conocerlo. O, por ejemplo, que te caiga literalmente un rayo o que:
"Crimen y Castigo fue el rayo que cayó de los cielos y lo partió en mil pedazos (...)" (p. 392)
Sin embargo, hay cosas que se mantienen en todas las situaciones como que te guste un verso como Un polvo habitual nunca viene mal. Aunque no es lo mismo que te robes un libro de Dickens (pág. 500) y te atrapen, a que te robes un libro de astronomía (pág. 814) y no te atrapen. O que te hagan juicio por romperle la nariz a alguien (pág. 839) a comparación de que sea solo por hurto (p. 503).
Personajes entrañables como Amy Schneiderman o Noah Marx, los diálogos sin guiones como intentos de poemas, las páginas en blanco, los juegos de palabras (Jack Lemmon vs. Harry Lime y varias parejas más), sus historias dentro de historias como "Compañeros de suelo y suela" (capítulo 2.4), Cómo Laurel y Hardy me salvaron la vida (que es básicamente el capítulo 2.3) o El cuaderno escarlata (capítulo 6.4).
Aunque lo mejor es las variaciones en las formas de narrar, cambiando de "estilo": 1) por meses y estaciones (capítulo 6.1), 2) encabezando con participios (págs. 482-486), 3) retroceder en la historia para explicar una lista de hechos desconocidos por el niño Ferguson (capítulo 1.3), 4) argumentar "por causas", con su respectivas refutaciones la conclusión de una relación amorosa (capítulo 7.4) o 5) desarrollar ampliamente la acción "por números" que previamente ha sido comprimida de esta forma:
"1969 fue el año de los siete enigmas, las ocho bombas, los catorce rechazos, los dos huesos rotos, el número doscientos sesenta y tres y la historia que cambia la vida". (capítulo 7.4)
Todas estas ramificaciones confirman que este libro no es común al tratar de englobar toda una vida (s). Hemos escuchado que:
"(...) la vida era como un libro, una historia que empezaba en la primera página y seguí adelante hasta que el protagonista moría en la página 204 o 926, pero ahora que el futuro que imaginaba para sí había cambiado, su concepción del tiempo también se estaba modificando. El tiempo se movía tanto hacia delante como hacia atrás, según descubrió, y como las historias de los libros solo podían moverse hacia delante, la metáfora del libro no tenía sentido" (pág. 389).
El resultado es una historia cotidiana pero no un libro común, de innumerables situaciones pero también ideas y ese optimismo y rebeldía que dicen que había en los años 60. Luego de tantas cosas, muchas de ellas tristes, en una de los universos paralelos celebran en 1969 en el Moon Palace (p. 947), como un guiño a que una de las más conocidas novelas de Auster fuera un bonus track, una continuación o una quinta historia tal vez.
Y si después de 900 páginas no te queda claro el título del libro, te lo explican textualmente (pág. 954). Hablando de textual, el juego metatextual del final, aunque predecible, se le perdona.
Quizás me equivoqué de decisión y debí leerlo "en desorden" (es decir primero los capítulos 1.1, 2.1, 3.1, 4.1 etc. y luego 1.2, 2.2, 3.2, 4.2 etc.) Tantas opciones. En una vida pienso que esta es la mejor novela de Auster, en otra que además estará entre las mejores novelas de la década, en otra que es el mejor Bildungsroman que he leído. Y en otra escribo esta crítica/comentario y tú lo lees.
Hola Pollo: me entró una terrible curiosidad por el libro de Auster, sobre todo me entusiasmó la cantidad de hojas que tiene. De Auster leí La trilogía..., El palacio de la luna, La invención de la soledad y otros y todos me parecieron buenos. Creo que este me va a gustar mucho.
ResponderEliminarsaludos y muy buena la reseña
Gracias Mario ¿Me creerías que hasta ahora no leo "La trilogía..."? Si te gusta Auster, este libro te gustará y aunque es largo, no se hace pesado (solo el comienzo un poco). Aunque por un rato dejaré al neoyorquino para leer un segundo Franzen, ahora que viene al Perú por la FIL. saludos!
ResponderEliminar