6 feb 2025

Por qué no llevo libros a un viaje

6 feb 2025

Scrolleando hace tiempo, me topé con uno de esos tweets de generalizaciones estúpidas en que alguien dice que odia a la gente que lee en el bus (?). Así que, para estar a tono, comentaré las razones de mi desacuerdo con la gente que lleva libros a un viaje o peor, a la playa.

(Llevar un libro a la playa sí me parece un despropósito total. Con el calorzaso y el brillo solar hasta los ojos se cansan más - no me parece tan cómodo leer con lentes oscuros, pero bueno). Y encima, la arena y el agua, tremendos enemigos del libro. La playa es para ir a meterse al agua el mayor tiempo posible, porque estar sentado en la arena lo puedes hacer hasta en un parque. No sé porque me imagino que a la gente que lee en la playa siempre le cae un pelotazo de la forma más cómica, por no prestarle la atención respectiva al majestuoso espectáculo del mar que uno tiene al frente).

Me gusta viajar, pero nica llevaría libros a un viaje. Sería como querer leer mientras se hace el amor. Por tratar de hacer ambos, no se disfruta ninguno. Es que viajar es una experiencia orgánica, que incluye todo, hasta las cosas malas: vuelos retrasados, hoteles sin TV, largas colas, es decir, todos los momentos en que se supone que tener un libro a la mano te sería útil. Porque en un viaje todo suele ser diferente, más si es la primera vez que se visita el lugar, el tiempo que se invertiría leyendo es el que se perdería para mirar y escuchar el entorno y las personas que quizás nunca más se vuelvan a ver.

Además, con las nuevas aerolíneas, cada espacio cuenta. A veces con las justas se puede llevar una mochila de mano y difícil meter más de un volumen, incluso solo uno, sin maltratarlo. Como con el equipaje, llevar libros a un viaje quita espacio a nuevas experiencias y, por supuesto, a nuevos libros ¿Dónde voy a meter todo lo que he comprado si ya tengo la maleta con inquilinos? Por eso nunca llevo libros a un viaje, aunque suelo traer varios. Dicho de otra forma, y como parte de una más de mis múltiples contradicciones, confieso que a veces leo en un viaje, pero solo en el viaje de vuelta.

Obviamente, los que saben hacen todo lo contrario.

“Por eso siempre he acarreado pesos descomunales en mis maletas de viaje (¡vivan los libros electrónicos!), aterrada por el riesgo de caer algún día en la apabullante soledad, en el vértigo que la ausencia de lecturas origina. Y aun así, pese a lo previsora que soy (o lo maniática), una vez me quedé varada varios días en un pueblecito de la India sin nada que leer: aún lo recuerdo con gran desasosiego”.

                                                                                                                                    Rosa Montero - El amor de mi vida

Como me gustaría estar en un pueblecito de la India. Ahí, lo último que pensaría es en leer. Aunque después me arrepentiría, quisiera probar.

Por supuesto, hay algunas excepciones a la regla. Vargas Llosa llevaba libros para superar su miedo al avión pero eran breves y casi ni afectaban la aventura, solo se usaban mientras se estaba en el aire. Creo que García Márquez también tenía esa fobia.                

Siempre viajo con libros, incluso si se trata de viajes cortos. Al hacer el equipaje, los elijo de forma más bien impulsiva, pero probablemente haya alguna lógica en esas decisiones. Suelo llevar, por ejemplo, dos o tres novelas cuya compañía me resulta necesaria. Es absurdo, es romántico, pero no puedo evitarlo: simplemente me siento más seguro rodeado de esas dos o tres novelas que he leído muchas veces y que siempre tengo cerca (…) Pienso que viajar sin ellas sería peligroso.

                                                                                                              Alejandro Zambra - No leer

A mí también tener un libro en la mano me hace sentir más seguro o por lo menos más cómodo. Por eso siempre tengo uno en la oficina o en el bus. Y precisamente por eso no lo llevaría a un viaje: porque quiero cambiar de rutina (y no pensar en la oficina ni el bus). De hecho, creo que la idea de un viaje es justamente olvidarse de la seguridad de la rutina, es sentirse un poco menos seguro. Un buen viaje tiene que ser un poquito peligroso sino ¿para qué?

Porque habiendo tantas cosas que hacer en un viaje, que aburrido viajar miles de kilómetros para hacer lo mismo que puedes hacer en el sofá de tu casa. Tal vez porque para mí los libros son casi mi trabajo, lo normal, la rutina. O es que, en el fondo, no me gusta tanto leer. Si fuera guapo y millonario, probablemente no lo haría porque me la pasaría en mi casa de playa o viajando. Por eso, no es raro que, por ejemplo, Cristiano Ronaldo, no lea. Simplemente no lo necesita. Y a los futbolistas, que son de los que más viajan, rara vez se les ve con un libro en la mano (con excepción de Nico Williams y su club de lectura). Lo tienen claro.

Leer es viajar sin moverse y no se puede estar en dos viajes a la vez.

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