1 jun 2015

¿Es buena la lectura de libros?

1 jun 2015

Hace dos semanas, comentábamos que antes de plantear campañas a favor de la lectura, hay que tener claro porqué la lectura es buena y, para empezar, si realmente es buena. Parecería algo obvio, sobre esto, existen un montón de convencidos: hay webs que te dan 5 razones, beneficios o ventajas de leer, otras te dan 10, otras 70 y otras hasta 100. Hay de todo, para el gusto del cliente, casi.


No es necesario, sin embargo, deshacernos en loas repetitivas. Podríamos para cambiar de óptica, mostrar lo contrario. Es mejor darle una oportunidad de expresarse a los que tienen una opinión negativa, oportunidad que no siempre se da. Es decir, resaltar todo lo que se ha dicho y hecho en contra de los libros. El libro ha tenido y tiene poderosos enemigos. La biblioclastia es una práctica antiquísima [1]. Incluso, en 1995, MTV lanzó una campaña contra los libros acusándolos de provocar guerras y el exterminio de los bosques que ponen en peligro el equilibrio medio ambiental[2].

Por otro lado no podemos ocultar ciertas desventajas físicas de la lectura como el ser una actividad bastante sedentaria, que a veces quita el sueño y a uno lo vuelve (solo en ocasiones) un poco arisco en las relaciones con ciertas personas, acostumbrado como una ya está, a la silenciosa y entretenida compañía de un buen conjunto de páginas. Tema aparte es el problema visual. La miopía, que afecta a la sexta parte de la población, aumenta al 24 por ciento en el caso de los lectores y son innumerables los que dañaron su vista por nuestros adorados objetos: Aristóteles, Lutero, Samuel Pepys, Samuel Johnson, Alexander Pope, Quevedo, Wordsworth, Yeats, Unamuno, Tagore, Joyce tuvieron graves dolencias y peor es el caso de Homero, Milton o Borges que terminaron ciegos[3].

En la red he leído frases como: “leer es trabajo después del trabajo”, “leer sale carísimo”, “Stalin también leía”. Y la mejor es esta “nadie ha podido demostrar que leer hace mejor, más eficiente, más compasivo a una persona: ¿para qué leer?, ¿quién puede demostrarme que leer va a darme algo que no me dé un programa de televisión, una película de cine o la simple observación del mundo?, ¿tendremos que preocuparnos porque nadie lee o sentirnos satisfechos de pertenecer a una secta subversiva de gente que lee para que nadie pueda molestarlo durante algunas horas?, ¿no es cierto que la televisión, el cine, las canciones son literatura?”[4].

Pareciera que los libros, que siempre fueron de gran trascendencia en los cambios sociales y en las revoluciones por ser el espíritu de todo tipo de ideologías, se pueden volver perfectamente contingentes: Fidel Castro reconoce sin problemas que con las justas leyó las primeras páginas de El capital [5].

¿Leer relaja? Habría que preguntárselo a los chicos que leyeron Werther de Goethe y terminaron suicidándose. O a los que tranquilos en sus casas, escucharon la transmisión radial de la obra de H.G. Wells, La guerra de los mundos que produjo histeria colectiva.

A pesar de todos los argumentos a favor o en contra, podría decir una sola cosa: leer ficción te enseña que no eres el centro del mundo, que en realidad no debes tomarte en serio, porque no eres tan importante. Y eso, mis queridos amigos, es una lección invaluable.




[1] Bàez, Fernando. Historia Universal de la destrucción de libros: de las tablillas sumerias a la guerra de Irak. Barcelona, Destino, 2004.
[2] Hildebrandt, César. “Balando una sola nota” en La República, 18 de abril de 1995.
[3] Mangel, Alberto. Una historia de la lectura. Bogotá, Norma, 1996, p. 377-378.
[4] http://www.ricardosilvaromero.com/htmls/noticias/lasnoticias2005.html (ya no funciona el link)
[5] Zaid, Gabriel. Los demasiados libros. Barcelona, Anagrama, 1996, p. 47.

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