Si en el 2013 Contarlo todo, fue la novela peruana más comentada, en el 2014, esa publicidad se la hubiera merecido De noche andamos en círculos de Daniel Alarcón.
De noche andamos en círculos es una mezcla de crónica y novela con tintes de road movie, lo que no nos debe sorprender, pues el mix de géneros es algo que le gusta al autor, como lo dijo en nuestra entrevista.
Al ser la crónica de una historia que llegó a las manos de alguien, así como Memorias de una dama de Roncagliolo, se lo podría colgar esa frase de algunos posters de películas: "Basada en hechos reales". Esa inspiración surgida de personas y sucesos verdaderos, puede ser tal vez algo que le ha dado a la novela ese carácter convincente, pues existe mucha verosimilitud en su ficción.
Alguien podría pensar "¿otra vez una historia sobre la violencia política?" No es así. En esta obra el tema del conflicto armado interno es solo tangencial, como un decorado, porque el principal conflicto es el interno de los personajes.
En Los provincianos, la novela anterior del autor, Nelson es un actor que trabaja sacando fotocopias, que espera viajar a Estados Unidos como su hermano Francisco. Inicia un viaje a provincias acompañando de su padre, un viaje en el que aprende cosas, surgen revelaciones y tiene que interpretar un papel.
En De noche andamos en círculos, es exactamente igual solo que esta vez irá de de viaje a provincias, acompañando de una figura paternal: Henry Núñez, el mítico fundador del grupo teatral Diciembre, y de su amigo Patalarga en el que interpretarán la obra titulada "El presidente idiota" (mismo título de uno de los cuentos del autor de su libro El rey está por encima del pueblo). Un viaje en el que también hay aprendizaje y revelaciones, pero tendrá que interpretar un papel más difícil.
No es casualidad que ni a Henry, ni a Patalarga, ni a Nelson le va bien en su situación sentimental. Tampoco en sus carreras. Ese fracaso es quizás algo que los acerque y el largo recorrido los ayude a crear una especie de intimidad o complicidad, pero difusa, ambigua en constante cambio, como los continuos cambios de tiempo de la novela (tanto de la narración de los hechos, como del proceso de investigación de éstos pues el narrador nos cuenta también algunos detalles de su investigación).
En Los provincianos, en las primeras página presenciamos una pelea entre dos mototaxistas, que Nelson toma como un acto, como una escena y es así como Nelson entiende su vida y el mundo. Nelson nació para actor porque es la única forma que tiene de interpretar (y olvidarse) de la realidad, haciéndola apoyarse en la ficción mezclando ambos planos y actuando fuera de las tablas con los pies bien plantados en el suelo, como lo hizo en Los provincianos y también en De noche..., particularmente una escena que nos hizo acordar un poco a "La salud de los enfermos" de Cortázar.
Es una historia de pérdida, de destrucción, de descenso a un situación cada vez peor: como puede dañarse una familia, una relación, una vocación, un proyecto o una vida hasta hacerse totalmente irreconocible. Y le encuentro algo de parecido a Nelson con el Luder de Los geniecillos dominicales; un protagonista que puede estar en un cine porno, en una cantina, en su centro de estudios, en un trabajo alienante, en un pueblito de provincia o simplemente frente al mar, pero por más que cambie de locación la sensación es la misma: no tiene idea qué hacer con su vida.
Lo más importante es que es una novela que te deja enganchado, en la que uno sufre pero también se divierte con los personajes, a los que llega a sentir cercanos y casi de carne y hueso. En resumen, De noche andamos en círculos es, de lejos, lo mejor que ha escrito Alarcón.
Si quieren una reseña con haaaaartos spoilers, pueden leerla en La Mula.
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