17 ago 2015

Hudson el redentor, una introducción a Diego Trelles

17 ago 2015

Entre los muchos autores peruanos que no he leído (y que leería si me prestaran sus libros, porque sinceramente no pienso gastar un sol más, menos por algo que ni sé si me gustará) se encuentra Diego Trelles. Ahora que lo veo tampoco se encuentra en la convocatoria a la Selección peruana de Estruendomudo, que ya comentaremos otro día. Mientras tanto, demos un vistazo a su primera obra: Hudson, el redentor.

Los cuentos de este libro son básicamente historias de aprendizaje o de crecimiento, de la ingenuidad y de la juventud que tratan de formar un conjunto que parezca novelesco. Es decir, intenta un efecto similar al de otros libros de cuentos peruanos, también operas primas, como Casa de Islandia de Luis Hernán Castañeda, Lecciones de Origami de Augusto Effio o Los inocentes de Oswaldo Reynoso. Aunque el mejor libro que leído de este estilo debe ser Historia Argentina de Rodrigo Fresán.

Curiosamente los textos escritos en Lima, me parecen mucho mejores que los pergueñados en Austin. De los siete los más recomendables son: "El ritual del cómputo", "Memorias de Laura" y "Los muertos no hablan". 

El lenguaje en general está muy bien trabajado, se nota que hubo esfuerzo, por los menos en algunos de los relatos. Si hubiera seguido así, le hubiera puesto 4 estrellas en goodreads, pero le puse 3 por lo forzado de tratar de crear estructuras "originales" (diario, carta, narración de partido de fútbol, etc.) en los cuentos, lo que aporta poco. Hay que ser ingenuo para creer que todo ello es novedoso (aunque, quien sabe, quizás si lo era en el 2001). "Historia de Melvin y una mujer que espera" sería genial si se le quitara la parte de la radio, que no aporta casi nada y parte en dos la historia por gusto.

Otra razón para el puntaje fue insistir en el tema del sexo, yerba, coca, trago, etc. etc., ese realismo sucio tan común, que ya aburre y hasta parece que mucho de lo que se le critica al cine peruano se podría aplicar a la literatura también.

Otra ingenuidad es la aplastante influencia de Vargas Llosa: usar diálogos de distintos tiempos, como hace el Nobel en la La casa verde o en Conversación en La Catedral, no creo que sea la mejor idea para un cuento corto. Y eso se ve en "Los muertos no hablan" o "Jauría". No es que lo haga mal, al contrario, creo que le sale. La pregunta es si vale la pena usar esa técnica en un cuento breve y, para empezar, si vale la pena copiarse tanto otro estilo. 

Algo similar sucede con los diálogos seguidos de comas y nombre del personaje (apodo más bien), otro clásico de MVLL. Muy al estilo Los cachorros, como de alguna forma lo reconoce en esta entrevista. Ese probablemente debe ser el libro al que le debe más Hudson... junto al ya mencionado Los inocentes. No es casualidad, que la literatura peruana sea tan adolescente, como comentamos hace tiempo. Este problema de las influencias muy marcadas se ve también en otro cuentista peruano: nos referimos a Gustavo Rodríguez y su Trece mentiras cortas.

Creo que es más agradable una influencia sutil, que no se note (al menos de forma tan evidente). Un ejemplo de ello para este libro sería Ribeyro. Al igual que en La palabra del mudo, en estos cuentos se ve el aprendizaje de jóvenes de la clase media de Lima, personajes sórdidos, el mar etc. donde Magdalena es casi igual a Barranco, todo impregnado por esa sensación de fracaso que empieza desde el título. Una influencia que queda bien porque pasa desapercibida, aunque al final la malogra diciéndolo textualmente en el último cuento, cuando menciona a la higuerilla, pero bueno.

Sin embargo, el tema central, el fracaso, está bien trabajado. Incluso el personaje que termina mejor, el Chato, solo es un profesional que trabaja en un diario, casi un Zavalita que se quedo sin la chica que amaba (otra similitud con MVLL). El fracaso es otro tema muy ribeyriano y, como comentamos hace un tiempo, Ribeyro y Joyce son muy parecidos para explicar la parálisis de los personajes y como reaccionan al fracaso. En este libro pasa algo similar, quizás no sea casualidad que el último cuento de Dublineses sea "Los muertos", y en Hudson..., "Nosotros los muertos". Y ambos se supone que engloban toda la temática anterior y son el cierre del libro, aunque en el caso de Hudson... creo que el último cuento no fue el mejor.

Luego de los pro y contra, siempre queda una pregunta que puede resumir cualquier reseña: ¿Leerías otro libro de Diego Trelles? Y la respuesta es sí, si lo haría porque es muy difícil que el primer libro de un autor, publicado a los 24 años, no tenga imperfecciones y porque los aspectos positivos de este libro nos generan curiosidad para descubrir como evoluciona el autor. Así que allá vamos El círculo de los escritores asesinos y Bioy. ¿Alguien me lo presta?
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