Esta FIL no estuvo dedicada a un país. Estuvo dedicada a un hombre. Cualquiera que hubiera sido, a alguien no le iba a gustar.
Me pregunto si la FIL del 2049 se la dedicarán a una mujer (y si, para empezar, habrá feria o al menos un planeta habitable). O, si al menos, existirá una mayor igualdad entre géneros. Este debate también ha afectado la literatura, sobre todo desde hace unos meses en un manifiesto contra la Bienal del mismo homenajeado en esta FIL, la que se criticó por haber sido organizada sin perspectiva de género y con "machismo subyacente". Luego vino la respuesta, dimes y diretes y, como era fácil de prever, estalló en la misma feria, específicamente en la inauguración en la que solo había hombres. Y después las decisiones de no presentar libros, las peleas por redes, etc. Lo de siempre. Como el machismo. Es innegable que existe en la sociedad, aunque muchos no quieran reconocerlo, pero no es lo único que nos cuesta percibir.
Tal vez podríamos empezar por reconocer lo obvio: que la FIL es un evento privado organizado por un gremio de empresarios, la Cámara Peruana del Libro. Su principal objetivo siempre será mejorar su actividad económica. Por eso, parte importante de esta Feria son las "jornadas profesionales" que, básicamente, son una oportunidad de negocios.
Es cierto, que también es en parte, una actividad cultural, en que se ofrecen presentaciones y conversatorios (de lo contrario sería absurdo comprar una entrada solo para ingresar a stands, nadie paga para ver tiendas, ni siquiera para las librerías más hermosas). Pero festival cultural, con ese nombre, es el Hay Festival. Podría decirse que esa es la justificación para que se cobre derecho de ingreso. No recuerdan que hasta el 2005, la FIL era gratis. Es verdad que no tenía tantos invitados de renombre como ahora, pero también es cierto que solo en los últimos años han llegado un par de premios Nobel y autores novedosos (antes la situación era penosa). Y a los que pagan por tener un stand que son, finalmente, los que sostienen la FIL seguramente les importará más que su inversión sea rentable más allá de otra cosa. Créanme, si no les es rentable no lo van a hacer (acuérdense de la Feria del Libro de Lima Norte). Y están en todo su derecho.
Por eso, es ingenuo pretender adjudicarle a un evento privado la obligación de tener un número de mujeres determinado en una mesa de inauguración. A diferencia de un organismo estatal, que deben acatar directivas inspiradas en políticas públicas, los privados no pueden ser forzados a cumplir algo no previsto en la ley. Una cosa es una lista para el Congreso y otra un panel. Existe el derecho a la participación política, pero no a ser invitado a una presentación.
Distinto es cuando las empresas que decidan solidarizarse con algún movimiento u optar por alguna postura voluntariamente, como por ejemplo el apoyo a una mayor paridad o visibilización de las mujeres. Aunque, siendo realistas, es fácil concluir que, en muchos casos, colocarse la insignia pro-algo es más estrategia de imagen que compromiso sincero.
La paridad y la igualdad son importantes, pero es algo que, como un abrazo, no se pueden forzar en ciertos ámbitos. En Como ser mujer de Caitlin Moran, con un feminismo tan lúcido como divertido y que nos convence lo necesario que es, la autora nos cuenta como, en sus inicios como periodista musical en los 90, veía con sorpresa como casi todos los rockstars eran hombres y, ahora, sucede todo lo contrario: las más vendedoras y reconocidas son mujeres. Y todo eso sucedió sin cuotas ni boicots sino naturalmente. Finalmente, los lectores son siempre los que deciden. Y nadie puede obligarlos a leer la misma cantidad de mujeres que de hombres, porque (¡oh, sorpresa!) hay cosas que no se pueden obligar, por más buenas que sean.
Quizás lo que necesitamos es más espacios para la visibilización de las mujeres en literatura, una feria sin fines de lucro como principal motivación. No solo la AntiFIL, sino tal vez un evento de carácter público, organizado por el Ministerio de Cultura y que no sea todos los años en la capital (de esa invisibilización pocos hablan). Podría ser en febrero o marzo, para aprovechar el impulso de las compras escolares. Librerías y editoriales estarían felices de tener otro espacio más, porque a muchas les importa más que compres libros aunque no los leas, lo que venimos diciendo hace años. Si un Ministerio gasta millones en un evento como PerúModa, no veo porque no puede hacerlo en "PerúLibros". Lo importante es encontrar soluciones. No tiene sentido convertir esto en una guerra con bandos irreconciliables. Total, por el mismo tema Marisa Glave se abrazó con Luz Salgado ¿no?
Recuerdos de otras FIL:
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