¿Qué tanto importa la cultura en el Perú? Pareciera que poco cuando estamos en plena huelga de maestros, que hace meses ha dejado sin clase a miles de alumnos, o cuando el Ministro de Cultura Salvador del Solar cuestiona una muestra artística por ser supuestamente "parcializada" o cuando la presidente del Congreso retuitea un insulto a un escritor como Raúl Tola, que por más malo que sea no merece ese trato. Un panorama así, aparentemente, es tan desolador como el invierno o el cielo limeño en estos días.
Además de esos sucesos, este mes también concluyó la Feria Internacional del Libro de Lima, a la que casi por primera vez desde que la conozco, no tenía la más mínimas ganas de ir. Al final, asistí el último día más para acompañar a alguien. Hubieron algunas novedades, como la presencia de la librería Lancom, y después de todo puede decirse que fue una FIL histórica porque batió el récord de visitantes: las colas fueron las más largas que recuerde (y eso que este año se implementó la compra de entradas por internet) sino miren la foto:
Curiosamente en la cola casi nadie estaba leyendo (a veces en los bancos o en la combi veo más lectores) como si la lectura no fuera el objetivo final de la compra. O como si hacer cola fuera un fin en sí mismo: en esta FIL había colas para entrar, colas para comprar, colas para pagar y hasta colas para recitar, como en el caso del concurso de "Los heraldos negros" organizado por un Banco.
Creo que lo mejor de la FIL fue ese concurso (y la carrera por los libros de SBS). Una forma distinta de promocionar la declamación y que tuvo bastante éxito. Y, lo mejor, una opción para que el público pueda interactuar sin estar sentado frente a un ponente o abriendo la billetera. Un poco de calma, entre tanta bulla.
Porque faltan más espacios para conversar sobre lo importante: la lectura, el aprendizaje, el goce estético. Quizás es ingenuo creer eso en una feria del sector privado que tiene como principal interés aumentar sus ganancias, por más que la Cámara Peruana del Libro sea supuestamente una asociación sin fines de lucro. Pero, en el fondo, ante la ausencia de espacios públicos o iniciativas estatales, seguimos creyendo que esa es "nuestra" feria y, en la práctica es probablemente el único contacto que tenga mucha gente con el libro, hasta el próximo año. Pero no debería ser ingenuo pensar que todos tenemos el mismo derecho de acceder a la cultura.
Aunque uno puede dudarlo cuando recuerda que, en la Feria, Mijail Garrido Lecca, un tipo que tiene un espacio sobre libros en un noticiero televisivo, recomendó solo un libro: "Harry Potter, sin ninguna duda, Harry Potter y sobre todo el número dos"(?). Hay hermanos, muchísimo que hacer. Y no solo colas.
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