En medio de Amazonas

Hace unos días ocurrió un lamentable accidente en el río Amazonas. Un par de días después, visitaría el otro "Amazonas" esperando, sin duda, obtener un mejor resultado.

Y es que la mayoría de veces que había ido a Amazonas los resultados no fueron los esperados. Estoy seguro que en lo profundo de esa enmarañada selva, existen libros valiosísimos, más que en cualquier lugar de Lima. Sin embargo el desorden es tal que puedes tener el libro que estás buscando muy cerca de ti, pero escondido entre una caudalosa corriente de papeles. Y muchas veces, ni los mismos vendedores saben lo que tienen (además que hay algunos medio faltosos). Por eso prefiero Quilca.

A pesar del mal augurio, el fin de semana pasado, fui junto con R. de Fenixcidio a ese laberinto de libros que tiene el nombre del gigantesco río. Y esta vez pude disfrutar de la mayor ventaja que tiene Amazonas: los precios. Aquí puedes conseguir a 5 lucas (y menos), los libros que en Quilca están a 10 (el orden y no tragar polvo tienen su valor agregado, aparentemente).

Lo ideal sería que exista alguien que pueda unir a un lector con su libro deseado. Al menos eso me gustaría para mí. Más de una vez he encontrado a una persona el libro que ha estado buscando. La semana pasada he podido juntar a dos libros solitarios con sus buscadores y alegrarles el día: Primero a mi amigo S. (el Sheldon peruano) al que le entregué el libro de Ann Rice que le faltaba para completar su colección de Crónicas Vampíricas, que son 10 tomos en total (de los cuales le he conseguido fácil la mitad). Después, a un integrante de ForosPeru que, por lo que comentaba en un post, mataría por El décimo hombre de Graham Greene. Nos encontramos, se lo dí y me dió gusto conocerlo. Y así hay varios ejemplos.

En realidad, esto no tiene mayor mérito. Hay gente que simplemente no tiene tiempo ni ganas para encontrar el libro que está buscando. Y si uno puede ayudarlos ¿por qué no hacerlo? En mi caso, me pasé un año trabajando en el Centro de Lima, y al salir de la chamba, ibamos todos los días -sí, todos los días- a Quilca o Camaná simplemente a sonsear por ahí. El contacto diario con los vendedores hizo que los conociéramos al dedillo. Digo conocerlos, porque ellos en realidad no nos manyaban (rara vez les comprábamos). Esas visitas diarias, hicieron que terminara aprendiéndome casi de memoria los puestos, los libros y hasta me daba cuenta cuando cambiaban un volumen de ubicación o lo vendían.

Pero como señalé anteriormente, esto no tiene mayor mérito. "Simple cuestión de oportunidad". Para mí, encontrar libros es mitad suerte y mitad conocimiento. Y el conocimiento no solo implica conocer los mejores huecos, sino también tratar de encontrarle una lógica al desorden y saber distribuir con acierto nuestras energías a la hora de emprender una "cacería". Nadie puede buscar en todos los sitios. Es imposible. Hay que ir conociendo en que lugares tenemos más probabilidades de encontrar cierto tipo de obras, que en otras no. Cuáles tienen más libros escolares, cuáles más bestsellers, cuáles más novela contemporánea etc. El cansancio puede ser gravitante si no se busca con método y podemos terminar "ahogándonos", como me pasaba a mí, en Amazonas.

Y para ver fotos de ese día, pero tomadas en el blog de Perú Foto Libre, hagan click aquí