Saramago, política y algunos (no todos) los nombres

Ayer se cumplió un año de la muerte de José Saramago. Se recordarán muchas cosas de él. Yo pienso en una que leí por ahí, que creo que está en sus Cuadernos de Lanzarote donde habla de Fujimori y su política de privatizaciones, en la que termina mandando a todos a "la puta que los parió".

Si hay algo que a veces se pasa por alto sobre Saramago es su compromiso con la sociedad. Cosa que puede parecer para muchos algo innecesario o no relevante en un escritor, pero que sin duda, sigue sucediendo. Son muchos los autores que han combinado su vocación literaria con la actividad política, incluso desde la antigua Grecia. Y en el Perú, ahora que nos acercamos a un cambio de ministros y congresistas, hay ejemplos de todos los colores.

Algunos escritores fueron ministros como Felipe Pardo y Aliaga o Luis Alberto Sánchez. El creador del "Niño Goyito" fue Ministro de Relaciones Exteriores dos veces, primero con Vivanco y luego con Ramón Castilla. LAS, que debe haber sido uno de los peruanos que más libros ha escrito, además de Senador fue Primer Ministro en los ochenta. Y encima tradujo Dublineses. Sí, aunque parezca increible había una época en que los políticos peruanos traducían a Joyce.

 No faltaron los congresistas, como Ricardo Palma, Abraham Valdelomar o Ciro Alegría. El autor de "Tradiciones peruanas" fue congresista por Loreto de 1869 a 1875. El "Conde de Lemos" fue diputado por Ica en 1919. Por su parte, el creador de La serpiente de oro si bien fue un acérrimo militante aprista (motivo por el cual estuvo en la cárcel y el exilio) se sintió decepcionado de este partido y se pasó a Acción Popular, con el que saldría elegido diputado por La Libertad (1963).

Otro que se decepcionó del APRA fue Manuel Scorza, que renunció a este partido por carta (la conocida "Good bye Mr Haya!"). Igual camino seguiría Juan Gonzalo Rose, al que se le recuerda porque cuando Haya de la Torre le increpó "¡Usted fue aprista!" el respondió "usted también". Luego se volvería comunista.

No necesariamente había que elegir entre el aprismo y el comunismo. Como parte de los movimientos políticos de esa época, Sebastián Salazar Bondy, ese escritor peruano al que todavía no se le ha valorado lo suficiente, fundó el Movimiento Social Progresista en 1955 junto a su hermano Augusto y otros colaboradores, partido donde se inscribiría posteriormente, en 1961, Javier Heraud, poeta que moriría participando en una de las guerrillas en 1963, buscando, a su manera, un país más justo.

José Gálvez Barrenechea sí que es un caso extremo. El poeta y fundador del PEN Club en el Perú fue alcalde, senador, ministro y hasta Vicepresidente. En 1921 es elegido alcalde de Tarma; en 1931 es nombrado Ministro de Justicia e Instrucción y de Relaciones Exteriores; fue presidente de la cámara de senadores en dos períodos (1945-1948 y 1956-1957) y primer vicepresidente de la República (1945-1948). Aquí sin duda el lado político le ganó al literario.

Otra cosa que a veces se cree es que los escritores siempre son de izquierda o que apoyan causas justas o "políticamente correctas". El 3 veces ganador del Premio Copé, Luis Enrique Tord, fue congresista en el CCD. Pero lo que me parece inaudito es que haya postulado a regidor apoyando la candidatura del impresentable de Alex Kouri (aquí un vídeo con el impresentable de Fernán "Huevoduro" Altuve). Este año postuló a esa inutilidad denominada Parlamento Andino con el ¿partido? de Luis Castañeda.

Estos no son todos los nombres. En realidad, ni siquiera hay que ocupar un cargo público para tratar de comprometerse con lo que pasa en el país. Prefiero pensar que, por ejemplo, Jaime Bayly o Mario Vargas Llosa, cada uno en su trinchera y cada uno candidato a la presidencia a su manera, se preocupan por el país. Creo que lo importante es seguir leyendo, seguir preocupándose. No solo leemos libros para olvidarnos de la realidad, sino también para entenderla mejor. Finalmente para eso leemos: para pensar.

¿Qué libros le dedicarías a algunos políticos? Una respuesta aquí.