En este blog nos encanta hacer asociaciones tiradas de los pelos como por ejemplo comparar un libro (Los hombres que no amaban a las mujeres de Stieg Larsson) a la vez con Dan Brown y con 2666 de Bolaño o hacer un símil entre la última novela en vida de Saramago (Caín) y ese aburrido anime bíblico llamado La casa voladora. Esta vez trataremos de hacerlo menos obvio.
En un principio, además de que el nombre de ambos autores empieza con "J", parecería que poco los une. Uno es quizás el escritor más grande del siglo XX, que cambió la literatura para siempre. Y el otro, lamentablemente, es probable que sea sobre todo conocido en Perú y que pocos lectores de otras latitudes lo hayan leído. Al menos de lo poco que he visto en México y Argentina las librerías sólo tienen en sus estantes a Vargas Llosa y a Santiago Roncagliolo, por ahí algo de Bryce y Daniel Alarcón, nada más. El resto casi no existe.
Pero incluso en el Perú, cuando se habla de la generación del 50, suele mencionarse la influencia de Joyce en las técnicas y en el desarrollo de la literatura
de este grupo de escritores peruanos, menos en el caso de Ribeyro, a pesar de ser un destacado miembro de
esta generación, al que se le considera alejado de la influencia
joyceana[1] y muchos críticos lo relacionan
más relacionado a escritores como Poe, Chejov, Maupassant[2] o Henry James[3]; por lo que ha sido
catalogado burlonamente como “el mejor escritor peruano del siglo XIX”. Sin embargo, se equivocan.
Es cierto que Ribeyro no mostró mayor entusiasmo por la
tremenda revolución estilística que causó el autor irlandés. De alguna manera
hasta mostró cierto desdén por la obsesión con el tema de la técnica[4]. Ni siquiera lo cuenta entre
sus escritores favoritos[5]. Pero la influencia muchas
veces es inconsciente y al margen del tema de los gustos personales, Ribeyro
era un gran lector y definitivamente había leído a Joyce y supo apreciar su
gran calidad narrativa[6].
Teniendo en cuenta que el aspecto más relevante en la
literatura de Ribeyro fue el cuento, vamos a centrarnos en esto y su
contraparte joyceana: Dublineses. A primera vista, la estructura narrativa en ambos autores también
presenta parecidos. Son historias donde transcurren diferentes etapas de la
vida: niñez (como en “Araby” y “Los merengues”) adolescencia (“Después de la
carrera” y “Un domingo cualquiera”), adultez (“Una nubecilla” y “El jefe”) y
madurez (“Un caso doloroso” y “Una aventura nocturna”). El escenario suele ser
la ciudad (siempre en el caso de Joyce y en la mayoría de veces en Ribeyro).
La “parálisis”
Un elemento clave para entender el célebre libro de
cuentos del irlandés es el concepto de “parálisis” que articula, en gran medida, la
narrativa breve ribeyriana.
Es conocido que Joyce tuvo como temática principal de Dublineses la lucha contra la
“parálisis” de su ciudad natal.[7] Esta parálisis es moral,
intelectual y social y se entiende como la impasividad ante una realidad que
los supera y que está plagada de impotencia, frustración, represión y muerte,
toda una colección de “horrores particulares”[8]. Es una parálisis también
basada en la situación de la urbe y la rutinaria vida de los sus habitantes. En
ese sentido, por el enfoque que se la da a la ciudad[9], Dublín y Lima tendrían
puntos en común[10],
en su vocación paralizante.
Es interesante la relación que se da entre la parálisis
y la clase media como su principal víctima, hecho sintomático si tenemos en
cuenta que la mediocridad de la clase media es un tema recurrente en los
cuentos de Ribeyro. Al respecto Vargas Llosa menciona que Joyce es “uno de los
escasísimos autores contemporáneos que ha sido capaz de dotar a la clase media
–la clase sin heroísmo por excelencia- de un aura heroica y de una personalidad
artística sobresaliente” realizando una “dificilísima hazaña: la dignificación
artística de la vida mediocre”[11]. No debe extrañarnos
entonces que el autor de La casa verde
afirme refiriéndose a las particularidades de la obra de Ribeyro, que “todos
sus cuentos y novelas son fragmentos de una sola alegoría sobre la frustración
fundamental de ser peruano: frustración social, individual, cultural,
psicológica y sexual”[12].
Todos los cuentos que analizamos a continuación (y que
son significativos en la obra del cuentista miraflorino) presentan el mismo proceso
basados en la idea de la parálisis. Proceso que tiene tres pasos: 1. Situación
inicial de parálisis. 2. Elemento imprevisto que amenaza romper la situación de
parálisis. 3. Resultado final.
Situación
inicial de parálisis: se
refleja como el estado primario contra el que los personajes tratan de luchar y
que los mantiene en situación de inmovilidad (en términos de Oquendo[13]) en sus deseos de darle
un nuevo rumbo a su vida condenándolos a mantenerse perennes en la misma
situación opresora (familiar, social, económica etc.).
Elemento
imprevisto que amenaza romper la situación de parálisis: puede ser cualquier
proyecto, posibilidad o situación, a veces buscado por el personaje y a veces
surgido de repente que parece mostrar la posibilidad de algo nuevo. Este
elemento sorpresivo, revelador puede relacionarse con el concepto de epifanía
joyceana.[14]
Resultado final:
es
normalmente el fracaso, en ocasiones por culpa de los personajes o por una
causa externa, la causa no importa porque el final es el mismo, elemento
recurrente en la narrativa breve ribeyriana que más de un crítico ha resaltado.[15] Este esquema de tres
pasos también ha sido percibido por Higgins[16] y por Irene Cabrejos[17], que lo denomina “proceso
temático” o “proceso gnoseológico de reconocimiento” (sí, usamos estos términos solo para impresionar un poco :D).
Hemos elaborado un pequeño cuadro que muestra este proceso
en algunos relatos:
Cuento
|
Situación de
“parálisis”
|
Elemento que
trata de remover la parálisis
|
Situación
final
|
Los gallinazos
sin plumas
|
Pobreza,
explotación de los personajes
|
Muerte
de Don Fermín
|
Éxito
|
El primer paso
|
“Ladronzuelo”
mediocre
|
Posibilidad
de un “gran golpe”
|
Fracaso
|
Los merengues/
Por las azoteas
|
Niño
oprimido en un mundo de adultos
|
Robo
del dinero/ Presencia del hombre de la azotea
|
Fracaso
|
De color modesto
|
Joven
marginado social y económicamente
|
Affaire
desaprobado socialmente
|
Fracaso
|
El banquete
|
Pareja
marginada social y económicamente
|
Banquete
para mejorar posición económica y social
|
Fracaso
|
Explicaciones a
un cabo de servicio
|
Hombre
marginado económicamente (desempleado)
|
Proyecto
de empresa para mejorar su situación
|
Fracaso
|
El profesor
suplente
|
Hombre
marginado social y económicamente
|
Posibilidad
de nuevo trabajo como profesor suplente
|
Fracaso
|
La piel de un
indio no cuesta caro
|
Hombre
de clase media
|
Posibilidad
de denunciar injusticia
|
Fracaso
|
Una aventura
nocturna
|
Hombre
marginado, solitario de clase media
|
Posibilidad
de affaire
|
Fracaso
|
El jefe
|
Hombre
de clase media que quiere pedir un aumento
|
Borrachera
con su jefe
(posibilidad
de aumento)
|
Fracaso
|
Tristes querellas
en la vieja quinta
|
Hombre
de clase media de vida monótona
|
Aparición
de nueva vecina (Doña Pancha)
|
Fracaso
|
Espumante en el
sótano
|
Hombre
de clase media
|
Aniversario
de trabajo (posibilidad de un aumento o reconocimiento)
|
Fracaso
|
Un domingo
cualquiera
|
Joven
de clase media
|
Conoce
una chica de clase alta
|
Fracaso
|
La juventud en la
otra ribera
|
Hombre
maduro de clase media
|
Affaire
con una francesa
|
Fracaso
|
La columna denominada “situación final” trata de resumir
escuetamente si se tuvo “éxito” o “fracaso” en la empresa de acabar con la
parálisis que sumía a los personajes. Es decir si su situación cambió (éxito) o
permaneció igual (fracaso) después de la irrupción en sus vidas del elemento
“desparalizante”.
Sólo hemos tomado en cuenta algunos cuentos que parecen
emplear este esquema. Esto se da más en los relatos de corte realista, no en
los cuentos fantásticos ("La insignia", "Doblaje", "Ridder y el pisapapeles", "Demetrio", "El carrusel") ni en los evocativos ("Los eucaliptos", "Sólo para fumadores" y toda
la saga de Relatos Santacrucinos). En
Ribeyro, esto es sólo referencial, no afirmamos que siguen esquemas idénticos,
sino que existe una influencia joyceana ineludible que muchos críticos se han
empeñado en negar.
Este proceso se repite en la obra de Joyce, como vemos
a continuación:
Cuento
|
Situación de “parálisis”
|
Elemento que
trata de remover la
parálisis
|
Las hermanas
|
Niño
confundido
|
Muerte del sacerdote Flynn
|
Un encuentro
|
Niños
oprimidos por un colegio estricto
|
Escape de clase para irse de paseo
|
Araby
|
Niño
oprimido en mundo de adultos
|
Se enamora de una chica y trata de comprarle un
regalo
|
Eveline
|
Joven
sin futuro
|
Posibilidad de huir con un marino
|
Después de la carrera
|
Estudiante
marginado de clase media
|
Posibilidad de juntarse con amigos de clase social
alta
|
Dos galanes
|
Estafadores
de poca monta
|
Intento de robarle dinero al patrón de una empelada
|
La casa de huéspedes
|
Madre
e hija de baja clase socio-económica
|
Posibilidad de matrimonio forzado de la hija
|
Una nubecilla
|
Abogado
mediocre
|
Encuentro con un amigo exitoso
|
Contrapartidas
|
Oficinista
mediocre
|
Trata de divertirse y salir con sus amigos
|
Arcilla
|
Sirvienta
de vida mediocre
|
Fiesta de Halloween
|
Un caso doloroso
|
Solterón
mediocre
|
Posibilidad de encontrar el amor
|
Día de la patria en la oficina del
partido
|
Miembros
mediocres de un partido
|
Día conmemorativo de la muerte del fundador
|
Una madre
|
Madre
e hija de carrera artística menor
|
Posibilidad de concierto
|
Una gracia
|
Borrachín
reincidente
|
Grupo de amigos trata de reformarlo
|
Los muertos
|
Joven
confundido
(Gabriel)
|
En una fiesta se entera del antiguo amor de su novia.
|
Sólo que aquí el resultado siempre es el mismo: en
todos los cuentos los personajes se dan cuenta, toman autoconciencia de su
propia parálisis, al margen de lo que les pase después.
Haciendo una comparación podemos notar que, por
ejemplo, tanto en “Las hermanas” de Joyce como en “Por las azoteas” del
cuentista miraflorino contemplamos a un niño que queda impactado por la
presencia de un adulto misterioso y su posterior muerte, lo que rompe la
parálisis en la que vive el menor, llevándolo a la “pérdida de la inocencia”,
es decir al autoconocimiento. Un esquema similar, con algunas diferencias,
notamos en “Los gallinazos sin plumas” y “Página de un diario”.
Lo “no dicho”
Otro punto en común en el estilo narrativo de ambos autores es la
presencia de innumerables silencios y elementos “no dichos” en los cuentos, estilística
muy coherente con la idea central de los relatos: la parálisis. Así, es más
apropiada una narración tímida, callada y poco activa para describir unas vidas
abrumadas por la desesperanza de ver repetida una existencia sin sentido. Los
silencios son un tema estudiadísimo en la obra joyceana[18] y esta insistencia en lo
“no dicho” ha sido también reconocida por varios críticos sobre Ribeyro[19]. El autor siente
predilección por este estilo, como la ha dicho varias veces en entrevistas, en
su “Decálogo” y en su diario[20].
Este elemento se aprecia más profundamente en un cuento
como “Arcilla” donde está implícita la idea de la muerte cercana de la protagonista.
O, en el caso de Ribeyro, en “Noche
cálida y sin viento” donde se llega al extremo bien apuntado por Irene
Cabrejos- de lo “no escrito”.
¿No me creen aún?
Bueno, pasemos a lo que dice el propio autor entonces. Conversando respecto a la concepción de su primer libro, Los gallinazos sin plumas, le preguntan a Ribeyro:
“Esta
norma, esta concepción ¿a ti se te ocurrió o la tomaste de una escuela, la
aprendiste de alguien?
Fue influencia de Dublineses, el libro de James Joyce. Si
uno lee con detenimiento encuentra que todos los cuentos que lo componen son
episodios que ocurren en pocas horas. Incluso, el último, que es el más largo,
un cuento imperecedero que se llama “Los muertos”. Es sólo la descripción de
una fiesta, de una cena en la que todo transcurre. Sí, fui influido por ese
libro que había leído unos años antes. Se me ocurrió que era la técnica que
convenía para una colección de relatos sobre Lima”[21]
Y en el prólogo de la primera edición (1955) del mismo Los gallinazos sin plumas, señala sobre las razones por las cuáles eligió los cuentos para su primer libro:
"El criterio que he adoptado para su selección ha sido el de afinidad. Afinidad de estilo, afinidad de técnica, pero sobre todo afinidad de tema y afinidad de intención (...) En este sentido, los Dublineses de Joyce son un ejemplo característico."
Más claro ni el agua. Aunque quizás, después de todo, lo afirmado por el propio autor, sólo sea un elemento a tomar en cuenta y no algo
definitivo ya que, con algo de escepticismo ribeyriano, no podemos llegar a
verdades o certezas sobre algo y, sobre todo, como ya lo han dicho escritores como Vargas
Llosa[22] y el propio Ribeyro[23], un escritor muchas veces
se equivoca sobre su propia obra.
[1] Así
Washington Delgado (“Julio
Ramón Ribeyro en la generación del 50” en: Tenorio Requejo, Néstor. Julio Ramón Ribeyro: el rumor de la vida.
Lima: Arteidea, 1996, p. 115.) dice textualmente: “Sus modelos no fueron Proust
ni Joyce”. De igual parecer es Peter Elmore que afirma que “A diferencia de
Flaubert y Joyce, que retrataron al autor como un pequeño dios, JRR opta por
una imagen secular…”. Elmore,
Peter. “Las voces del silencio. Los relatos de Julio Ramón Ribeyro” en: Tenorio
Requejo, Néstor. Op. cit. p. 216.
[2] Como señala, por ejemplo, José Miguel Oviedo
(“Ribeyro o el escepticismo como una de las bellas artes” en: Tenorio Requejo,
Néstor. Op. cit. p. 165.)) al afirmar
que Ribeyro “seguía los patrones más clásicos (Sthendal, Balzac, Maupassant,
Chejov)”. También Julio Ortega
(“Presentación” a Luchting, Wolfgang. Julio
Ramón Ribeyro y sus dobles. Lima: INC, 1971) e incluso su amigo Alfredo
Bryce que menciona que “la entonación de estos relatos podría evocar el prolijo
registro de Chejov, ese soliloquio intenso, breve e íntimo. Solo que la
variedad episódica evoca a Maupassant”. Bryce
Echenique, Alfredo. “Una pasión gratuita de Ribeyro” en: Tenorio Requejo, Néstor. Op. cit. p. 105. La lista podría seguir.
[3] Luchting,
Wolfgang. Estudiando a Julio Ramón Ribeyro.
Frankfurt : Vervuert, 1988, p. 163.
[4] Como se puede deducir de la prosa apátrida número 72.
[5] Apunte del diario del 27 de enero
de 1978. La tentación del fracaso. Diario
Personal 1975-1978. Tomo III. Lima: Campodónico, 1995, p. 196
[6] Como lo menciona en su decálogo del
cuento “Al leer cuentos de Kafka, Joyce (…) descubrí nuevas probabilidades y
goces en el relato breve; la lógica del absurdo, la habilidad técnica, el arte
de lo no dicho”. Ribeyro, Julio
Ramón. La palabra del mudo. Cuentos
1952-1993. Tomo I. Lima: Campodónico, 1994, p. 7. Del Ulises, tuvo siempre opiniones favorables, sin llegar al
entusiasmo. Así, en su artículo “Las alternativas del novelista” lo menciona
positivamente. Opiniones apocadas si las comparamos con las de narradores como
Vargas Llosa, Zavaleta o Miguel Gutiérrez que incluso, esto dos últimos, han
llegado a escribir críticas sobre Joyce.
[7] En una carta a su editor Grant
Richards, del 5 de mayo de 1906, Joyce escribió: “Mi intención era escribir un
capítulo de la historia moral de mi país y escogí Dublín para escenificarla
porque esa ciudad me parecía el centro de la parálisis”. The letters of
James Joyce, vol. II, editado por Richard
Ellman, Londres: Faber and Faber, 1966, p. 134. Citado por Fernando
Galván en su Introducción a Dublineses, 3ª
edición, Madrid, Cátedra, 2002, p. 22.
[8] Tindall,
William York. A Reader’s Guide to James
Joyce. Nueva
York, Farrar, Straus & Giroux, 1959, p. 6. Citado por Fernando Galván, op. cit. p. 60.
[9] Al respecto Valero,
Eva María. La ciudad en la obra de Julio
Ramón Ribeyro. Valencia: Universidad de Alicante, 2003, 303 pp.
[10] Un indirecto esbozo de esto se da en el artículo “Lima:
ciudad sin novela” en: La caza sutil,
Lima: Milla Batres, 1976.
[11] Vargas Llosa, Mario. “Prólogo” a Dublineses. Barcelona: Círculo de
lectores, 1988, p. viii.
[12] Carta al crítico y traductor alemán
Wolfgang A. Luchting, del 24 de octubre de 1966.
[13] Este
concepto de inmovilidad ha sido también detectado por José Miguel Oviedo que
postula que “Ribeyro sabía narrar a través
de esos pasajes de la vida humana en los que no ocurre nada, en los que
parece que la existencia se estanca y pudre en la inmovilidad”. Oviedo,
José Miguel. “Ribeyro o el escepticismo como una de las bellas artes” en:
Tenorio Requejo, Néstor. Op. cit. p.
163.
[14] Morris Beja, “Epiphany and the Epiphanies” en Zack Bowen y James F.
Carens (eds.), A Companion to Joyce
studies, Westport , Connecticut : Greenwood Press, 1984, págs. 707-725.
[15] Por
ejemplo Alejandro Losada resume
que “Los cuentos de Ribeyro son la historia reiterada de un fracaso”. Antonio Cornejo Polar, en su Historia de la literatura en el Perú
Republicano opina que “En la obra de Ribeyro actúa un a priori
inconmovible, definido por la certidumbre del fracaso final”. Ambas citas extraídas
de Gutiérrez, Miguel. “La
narrativa del 50” en Tenorio Requejo,
Néstor. Op. cit. p. 129.
[16] “Otro
modelo narrativo que Ribeyro emplea con frecuencia refleja su escepticismo
respecto a la capacidad de los hombres para cambiar sus circunstancias existenciales.
Esta estructura es circular, en cuanto presenta una insatisfactoria situación
inicial, de la cual el protagonista procura escaparse, pero tal intento se ve
frustrado, generalmente tras una breve ilusión de éxito, que sirve para
acentuar su conciencia de estar atrapado.” Higgins,
James. Cambio social y constantes
humanas: la narrativa corta de Ribeyro. Lima: PUCP, Fondo Editorial, 1991,
p. 95
[17] Irene
Cabrejos señala que “Los temas que mencionaremos a continuación están
imbricados unos con otros y se encuentran presentes a través de etapas
sucesivas en la estructura profunda de los relatos. Se trata de un proceso temático que puede definirse
así: el protagonista, generalmente un marginal solitario y nocturno (…) posee
una primera conciencia de sí mismo al
inicio del relato, identidad que no siempre corresponde a lo que realmente es.
De pronto, en su existencia rutinaria y sin esperanzas, irrumpe por azar una circunstancia imprevista que podría cambiar, aunque sea
momentáneamente, la vida del personaje principal pero que pone a prueba su
identidad. Es aquí cuando se da el combate
solitario (…) ente le hombre y su circunstancia, un proceso gnoseológico de
reconocimiento, que permite el desarrollo de la anécdota misma del relato” (las
cursivas son de la autora). Cabrejos de
Kossuth, Irene. “Julio Ramón Ribeyro; poética, evolución narrativa y
temática” en: Lienzo, nº 18, 1997, p.
38
[18] Por mencionar dos ejemplos: Rabaté, Jean Michel, “Silence in Dubliners”, en Colin Mac Cabe (ed.), James Joyce: New perspectives.Brighton, Sussex: The Harvesters
Press, 1982, p. 65. También, Brown, Richard.
James Joyce: A Post-Culturalist
Perspective, Londres: Macmillan, 1992, p. 10.
[19] Como
Giovanna Minardi en Tenorio
Requejo, Néstor. Op. cit. p. 149.
También Irene Cabrejos de Kossuth,
“Julio Ramón Ribeyro; poética, evolución narrativa y temática” en: Lienzo, nº 18, 1997, p. 38, aunque aquí,
para ella, esto lo aproxima a más a Henry James.
[20] Apunte del diario del 20 de agosto
de 1975. La tentación del fracaso. Op.cit.
p. 43-44.
[21] Coaguila, Jorge. Las respuestas del mudo (Entrevistas). Lima: Campodónico, 1998, p.
173.
[22] “Las afirmaciones de un novelista
sobre su propia obra no son siempre iluminadoras; pueden ser incluso
confusionistas, erróneas, porque el texto y su contexto son para él
difícilmente separables y porque el autor tiende a ver en aquello que hizo, lo
que ambicionaba hacer (y ambas cosas así como pueden coincidir, muchas veces
divergen considerablemente)”. Vargas
Llosa; Mario. La verdad de las
mentiras. Barcelona, Seix Barral, 1990.
[23] “Muchas veces los autores se
equivocan frente a aquello que ellos mismos hacen. En este sentido, mucho más
cerca de la verdad pueden estar los críticos que los autores”. Entrevista de
Jorge Coaguila a Ribeyro, extraída de http://julioramonribeyro.blogspot.com/2009/04/entrevista-ribeyro-1993.html.
Un artículo muy interesante por cuanto permite captar algo del criterio literario de Ribeyro a partir de Joyce, de cuyo autor leí "Los Dublineses" siendo adolescente y, tal vez por eso, su lectura no me provocó un gran entusiasmo.Habrá que darle otra oportunidad. A Ribeyro lo persigo hace tiempo, en breve me haré con un libro de cuentos de dicho autor publicado, hace ya años, por la editorial Cátedra, lo tengo encargado a una librería madrileña. Un saludo desde Madrid.
ResponderEliminarMuchas gracias Paco. "Dublineses" es un libro difícil si no se conocen muchas de las particularidades irlandesas y de la ciudad de Dublín. Lo leí justo en una versión de la editorial que mencionas, Cátedra, y esta te ayuda porque viene con varias notas a pie de página para entender muchos de los detalles. Seguro te gustará Ribeyro, en España sus cuentos también lo puedes encontrar en una edición de Seix Barral, saludos
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminargracias Meki!
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