Como diría Sprite, es temporada de haters. Vivimos los tiempos del odio. Pero hay que mantenerse fresco. Y este libro vaya que lo logra.
Debo admitir que quizás me puse también un poco hater con Rosa Montero y ya le estaba perdiendo un poco la fe por sus dos últimas entregas. Su última novela, La carne, creo que no es tan buena como la mayoría de las que le hemos disfrutado. Y la anterior a ella, El peso del corazón, la segunda parte de la saga de Bruna Husky, no mantuvo el interés de la primera, Lágrimas en la lluvia.
Sin embargo, sin amor no vale la pena vivir. Y algunos personajes (y algunas autoras) nos son tan queridas que es difícil no volver a ellas. Sobre todo si vemos que en este tercer volumen, no solo hay la cuota necesaria de aventuras y acción de la saga – que pide a gritos una película – sino también una nueva evolución física y sicológica en la protagonista. Eso es probablemente lo más interesante de esta última historia: la transformación tanto del personaje de Bruna Husky como de la niña rusa e incluso, la contraparte masculina, Paul Lizard.
Como en toda buena trama con tintes policiales, nada es lo que parece y ahora el mundo de la protagonista se enfrenta a una triple amenaza: los Ins, la guerra con Cosmos y la misteriosa incursión en política del millonario Lago. Además vemos a la tecnohumana en varias situaciones inesperadas (una al estilo de la película Gravedad) y distintas a la de sus peripecias anteriores, incluida una en la que tiene que adaptarse a una época muy antigua para ella, un poco en la onda de la también tercera entrega de Volver al futuro.
Pero lo más interesante, es que por fin se descubre el origen de la replicante, con un guiño quijotesco, y las últimas páginas son las mas conmovedoras, que te dejan el corazón latiendo agitado. Definitivamente esta es la más trepidante y la mejor de la trilogía (y hemos reseñado todas).
Creo que, como en Toy Story o Indiana Jones, la franquicia debería acabar aquí, en su tercer episodio. Sin embargo, la escritora tiene entre sus planes, escribir una cuarta parte. Tal vez valdría la pena si matan brutalmente al bubi Bartolo, esa mala copia del mordelón de Futurama.
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