Hay cosas que siempre dejamos para después. Libros, visitas, autores, llamadas. Y una de las cosas que he ido procastinando, y que debo hacer de todas formas antes de cerrar este blog, es un post sobre Quilca.
Aunque he posteado algunas cosas sobre por ejemplo los libreros de jirón Amazonas, de la FIL, de la Feria Ricardo Palma, de otras ferias y hasta de libreros en Máncora o de Buenos Aires, aun no he escrito nada de la librería más grande de Lima y probablemente del Perú. A la que he ido más veces. La que me quedas más cerca. Y es que a veces nos confiamos en la proximidad de las cosas y no valoramos lo que tenemos a la mano, sobretodo comparado con la oferta de libros en otras ciudades del país. Y a veces se valora las cosas solo cuando se pierden.
Mis primeras excursiones por esa calle las di cuando aun estaba en el cole, e iba al local de Navarrete en Colmena para comprar las figuritas del mundial Francia 98. Solo había que caminar unas cuadras más allá y se podían encontrar las tiendas de revistas (O11CE y El Gráfico eran de ley). Luego vendría la Marcha de los 4 Suyos, los conciertos en El Averno, el local de La Noche (que duró poco), mis primeros libros comprados, mis primeros libros vendidos y un largo etcétera que, esta vez, tampoco resumiré y nuevamente dejaré para otra oportunidad.
Foto: La República
Esta vez concluiré con unas líneas solo para recordar lo que muchos ya saben. Los libreros que trabajan en la galería ubicada en la cuadra 2 de este Jirón, conocida como Boulevard Quilca está afrontando el problema de su permanencia en el local donde están hace más de una década. Es cierto que hay muchas otras tiendas en esa misma calle (y en las zonas aledañas de Camaná, Colmena y Plaza Francia), pero la magnitud del local hacen que el Boulevard sea sin duda el corazón del área.
Lo triste es que no sería la primera vez que un grupo de libreros pierde el local donde suelen trabajar, pues lo mismo pasó con la gente de Carlos Prince. Desde que los sacaron de la explanada del Museo de la Nación en 2008, no han vuelto a tener un lugar fijo y tienen que estar moviéndose constantemente. Y así estaremos también los que queremos comprar libros si desalojan a la gente de Quilca, moviéndonos, moviéndonos, en búsqueda de eso que, como el pasado, ya no está.