Un crossover puede ser forzado, pero algunos son reales. De hecho sucedieron. Como una fiesta de escritores. Antes me imaginaba como habría sido una entre mis autores favoritos: de qué conversarían (¿conversarían para empezar? ¿o la timidez los ahogaría a todos?), quien pondría la música, quien iría con pareja o en busca de una, quien se emborracharía primero, en fin, esas cosas que pasan en las reuniones.
Creo que Donoso en Historia personal del boom comenta de algunas de estas parrandas, en las que estaban los gigantes de ese movimiento. Aunque hay otra que me gusta más, una reunión entre algunos escritores quizás considerados menores, pero más entrañables, al menos para mi. Estoy pensando, obvio, en Ribeyro y Monterroso, que estuvieron fuera del boom o a pesar de él y tal vez sea esa la razón por lo que me gustan tanto. Y pienso también en una vez que se encontraron y que pudieron ser dos.
Si hay foto, hay video, dicen.
Primero, la versión de Julio Ramón, según La tentación del fracaso:
“30 de mayo
Anoche cena en casa de Manuel Scorza, con motivo del paso por París de Juan Rulfo y Tito Monterroso. Aparte de los nombrados estuvieron Alfredo Bryce, Jorge Enrique Adoum, Sergio Pitol, Enrique Lihn, Claude Couffon, Queca Edwards (hermana de Jorge) y una gran cantidad de damas y señoritas que no conocía. Reunión amena, con mucho vino, salvo para Rulfo que desde hace años sólo bebe Coca-Cola. Rulfo respondió a la imagen que me había hecho de él a través de referencias de amigos: discreta escurridiza hermético. Cabeza pequeña, cutis seca contextura frágil. Conversamos poco en realidad, pues fue muy acaparado por algunos caballeros y especialmente pegajosas damas”.
Menciona entre los invitados a Alfredo Bryce y Jorge Enrique Adoum. Leamos sus impresiones:
"Una tarde, probablemente en 1973, Manuel Scorza improvisó una reunión en su casa, por la llegada de Juan. Hay una fotografía (que figura en alguno de los libros autobiográficos de Alfredo Bryce Echenique, que vivía en París) en la que aparecen, junto a ellos, Enrique Lihn, Julio Ramón Ribeyro, Tito Monterroso (a menudo viajaba a los mismos congresos que Rulfo), Waldo Rojas (había publicado hacía poco Cielo raso), Sergio Pitol (me lo había hecho conocer Mario Monteforte Toledo) y el escritor y traductor Claude Couffon, entre franceses que solo parecían saber que allí se podía comer y beber".
Jorge Enrique Adoum
De cerca y de memoria
Y lo que cuenta Alfredo Bryce:
"Lo vi dos veces en 1975, en París y en México, siempre con esa actitud del hombre que vive en voz baja y como pidiendo permiso. Su visita a París, a finales de la primavera, dio lugar a una serie de reuniones en las que siempre aparecía, para desesperación de Juan, una funcionaria mexicana que parecía tener un queso camembert en la cabeza, por toda materia gris. Se pegaba a Rulfo constantemente y no dejaba de hacerle cualquier tipo de preguntas, menos las adecuadas o inteligentes. Juan le había tomado verdadero espanto, y a cada rato le huía con el pretexto de una inexistente corriente de aire que lo obligaba a desplazarse hacia un lugar más abrigado. Pero no había nada que hacer y la funcionaria lo seguía sin darse cuenta de nada, y nuevamente se arrancaba con otra andanada de preguntas.
—Don Juan —le dijo, de pronto—, ¿ha leído usted El capital de Karl Marx?
—No, señorita —le respondió Rulfo, con su voz baja de siempre y la actitud de santa paciencia que adoptaba en estos casos—, no lo he leído pero lo he visto en el cine".
Permiso para vivir (Antimemorias 1)
Como dice Bryce, fueron “una serie de reuniones”. Y la siguiente fue en su propia casa, aunque Ribeyro no asistió, según cuenta en su diario, tres días después:
“2 de junio
Desistí de ir a la casa de Bryce, donde estaban Rulfo y Monterroso. Cuando ponía los pies en la calle empezó a llover y eso fue para mí como una advertencia. La naturaleza me ordenaba dar marcha atrás y la obedecí dócilmente. De este modo a las ocho de la noche estaba ya en la cuna, viendo por televisión una película policial. Facilidad con que cambio un proyecto por otro. La reunión en casa de Bryce nunca volverá a repetirse, fue probablemente una de esas situaciones únicas e inolvidables. Odio la lluvia”.
¿Y la versión de Monterroso? Hay, digamos, casi algo así en La palabra mágica (aunque la fecha varía un poco):
“Tuve un sueño. Estábamos en París participando en el Congreso Mundial de Escritores. Después de la última sesión, el 5 de junio, Alfredo Bryce Echenique nos había invitado a cenar en su departamento de 8 bis, 2º piso izquierda, rue Amyot, a Julio Ramón Ribeyro, Miguel Rojas-Mix, Franz Kafka, Bárbara Jacobs y yo. Como en cualquier gran ciudad, en París hay calles difíciles de encontrar; pero la rue Amyot es fácil si uno baja en la estación Monge del Metro y después, como puede, pregunta por la rue Amyot”.
Y bueno, el texto sigue, relatando lo que pasa mientras se espera la llegada de Kafka a la reuna. Quien sabe, quizás todas las versiones anteriores son falsas, pues es muy raro que ninguna haya mencionado a Kafka ¿no? Ese sí hubiera sido un buen crossover.
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